Si no me tocas
me parece insustancial
mi cobertura de piel:
descolorido vestido de mi alma.
Si no me tocas
mis labios se desdibujan
en un rictus doloroso y amargo
en tanto esperan...
Si no me tocas
las dunas de mis pechos
se vuelven arena mustia
y las hondonadas de mi cuerpo,
sedientas, no alvergan ríos...
Mas si tus manos,
tu pecho, tus labios,
tu humanidad toda
y encaja como siempre
cual llave en el cerrojo,
se me llena el alma de celajes
y mis ojos son soles de fuego
sobre tu piel desierta...
Mi boca florece en pétalos de rosa
y la fruta madura de mis labios
se cobija en tu boca
sin nada que envidiarle
a las fresas, las ciruelas
o los arándanos...
sin nada que envidiarle
a la miel, el néctar o la ambrosía...
Mi piel se colorea cual durazno,
melocotón maduro,
aterciopelada,
jugosa,
tibia...
Se me inundan los ojos
y me llueve a cántaros la piel
presagiando primaveras.
Soy un trocito de paraíso
húmedo en tus manos,
un pedacito de gloria
sobre tu tierra santa.
Bonita cual ninguna.
Deseable cual no hay otra
porque tu me has hecho hermosa
engalanada de amor y de deseo...
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