Valles... montañas, encajados
Delineados por girones de luz...
imprecisos.
Ventana entreabierta
que deja escapar un sueño.
Se rompe el aire
entre tu pecho y mi pecho
en un chasquido
de humedades recónditas.
Tus manos esposan mis muñecas
arrestando mis dudas
mientras tu boca me busca
y me encuentra perdida entre tu lluvia,
bañada de tí hasta los huesos,
inundada hasta las entrañas,
sin poder ni querer escapar
a la avalancha de tu anhelo...
He muerto entre tus brazos
una vez más
vencida en lo más íntimo de mi ser
por la larva que carcome
ese dique que contiene
mis instintos.
Has muerto tú
con tu frente sobre mi frente
sin mirar atrás,
e inertes,
en nuestro propio
campo de batalla,
sobre nuestros cuerpos enlazados
se pinta un ocaso sin estrellas
y cae herido mortalmente
un día más...
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